Apego: una necesidad básica

En los primeros días tras el parto, los primeros contactos entre los padres y el recién nacido son especialmente importantes y marcan el comienzo de una relación única que los unirá durante toda su vida.

Los niños son, en el momento de su nacimiento, completamente dependientes de la cercanía física y el cuidado de otras personas. Hasta el momento del parto, el bebé está conectado de forma segura a la madre a través del cordón umbilical. Una vez fuera del útero necesita de igual forma crear un vínculo cercano a través de la cercanía, el calor y el contacto con la piel, especialmente de su madre, para conseguir un desarrollo saludable.

Es a través de este vínculo como el bebé gana confianza en el mundo que a él le es desconocido, consiguiendo poco a poco sentirse seguro. La cercanía en todo momento y especialmente durante la lactancia según sea necesario brindan al bebé protección, reducen su ansiedad, le reconfortan y relajan.

Las señales de tu bebé

Desde el momento del nacimiento, el bebé es capaz de establecer contacto con la madre gracias a sus reflejos innatos: busca su pecho, nota su calor, localiza la cara de la madre y el olor de ésta. Además responde positivamente al canto con sonidos suaves y agudos y se sobresalta con los sonidos graves.

Sus ojos le permiten observar el mundo que le rodea, que en este punto le es completamente ajeno. Es capaz de reaccionar a los sentimientos y expresiones de su entorno y muestra una asombrosa habilidad para enviar sus propias señales y percibir a los demás. 

Todos sus sentidos están involucrados en este constante aprendizaje sobre su entorno, estableciendo algunas interacciones complejas. La búsqueda y la succión del pecho de la madre, por ejemplo, liberan hormonas que no solo estimulan la producción de leche, sino que agudizan su conciencia de las necesidades del recién nacido.

Su confianza en tu respuesta

La mayoría de madres y padres saben instintivamente cómo reaccionar de forma correcta al repertorio de señales del recién nacido, desde tonos de bienestar o miedo hasta sus lágrimas. Abrazan, mecen, cargan en sus brazos y alimentan al recién nacido según sea necesario, creando así un equilibrio para el cuidado integral mental y físico que requiere el bebé en sus primeros meses de vida.

Esto no tiene nada que ver con mimar al bebé. Es importante entender que durante el embarazo, mientras el bebé permanecía en el útero de la madre, no se producen demoras en la respuesta a las necesidades básicas del mismo. Si esto se interrumpe de forma repentina justo después del nacimiento, el bebé experimentará un estrés y sufrimiento que pueden llevarle a un estado de ansiedad y tensión innecesarios.

Este malestar en general se manifestará en forma de gritos por parte del bebé. Si por el contrario este experimenta que sus necesidades son satisfechas y que puede confiar en su entorno para ello, irá desarrollando una confianza en las personas que lo cuidan y una confianza general en el entorno en el que vive.

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El vínculo de padres e hijos

Por regla general, madre e hijo tienen un vínculo estrecho desde el principio, que se ve reforzado tras el nacimiento a través de la lactancia materna.

Debido al vínculo que se genera con la madre durante los meses de embarazo, mientras el bebé permanece en su útero, puede resultar para algunos padres formar un vínculo igual de fuerte desde el principio con su bebé. Por este motivo muchos padres aseguran en los primeros días que ‘solo la madre’ es capaz de calmar al bebé en sus brazos.

Algunos padres se sienten inseguros a la hora de manipular al bebé, y debido a este contacto estrecho con la madre, pueden incluso sentirse fuera de lugar de vez en cuando. Pero también hay muchas oportunidades para que los padres estén cerca del bebé y fortalezcan su propio vínculo con él.

Los padres pueden abrazar, calmar, entretener, bañar y cargar al bebé en sus brazos para crear vínculo. Pueden envolver al bebé después del baño y alimentarlo con leche materna extraída previamente, por ejemplo. Estos momentos de cercanía y unión son muy importantes para la relación padre-hijo, y dan un necesario respiro a la madre para que tenga momentos de descanso y desconexión. 

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El proceso de creación de apego

Para que la relación con el niño se desarrolle sin problemas y de forma natural, los padres necesitan tiempo, energía y serenidad. 

Es importante en este sentido cuidar en la medida de lo posible del bienestar de los padres, ya que de esta forma podrán dar los mejores cuidados al recién nacido. Recurrir a la ayuda externa, como puede ser una persona que ayude en las tareas domésticas, o a miembros de la familia y amigos, es importante para hacer frente a los nuevos desafíos en la vida con el bebé.

Es importante decir que el vínculo entre madre e hijo o padre e hijo no siempre se consigue de inmediato, y la nueva vida con el bebé no siempre es fácil.

El cansancio, el agotamiento, a veces la impotencia o incluso problemas de salud o la depresión posparto pueden minar tus fuerzas. En estos casos puede ser de gran ayuda hablar de tus miedos y preocupaciones con personas de confianza o con un profesional.

En este sentido tu matrona o tu profesional sanitario también pueden ofrecerte una ayuda importante, con consejos y sugerencias para tratar a tu bebé en sus primeros meses que pueden hacerte la vida más fácil.

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